2 Déjame que te cuente

VERSIÓN NARRATIVA DEL PROYECTO EDUCATIVO NACIONAL: HISTORIAS DEL SENTIDO COMÚN

setiembre 19, 2006

Robot sin cabeza

Foto Cortesía Quilla

«Los nuevos robots pueden detectar un obstáculo en un terreno desconocido, juzgar varias rutas alternas y elegir la que mejor le lleva a su destino, sin que un humano los guíe en tiempo real», explicaba el profesor de física durante la última clase. Hace ya buen tiempo, continuó, que se fabrican robots inteligentes, con habilidad para aprender de sus diferentes experiencias.

Susana había leído incluso en el periódico que ya se están fabricando máquinas que reconozcan, comprendan y expresen emociones similares a las humanas. Estos nuevos robots tendrían mecanismos especiales que les permiten reconocer expresiones faciales, posturas corporales, entonaciones del habla, dilatación en las pupilas y latidos cardíacos; así deduciría el estado emocional de una persona y elegiría mejor una conducta de respuesta. Por eso es que Ángel, hermano menor de Susana y a quien ella le contaba todo lo novedoso que escuchaba en clase, no quedó contento cuando su tío Ernesto le dijo a modo de broma que era como un robot, que sólo repetía lo que le decía su profesora.

Ángel tomó cuatro pilas grandes que sacó de una linterna vieja, se las pegó en el pecho con una cinta adhesiva y empezó a jugar a que era un robot, tratando de perfeccionar sus movimientos mecánicos mientras comía o caminaba. Su abuela lo miraba asombrada pero le seguía la corriente, le decía que le podía aceitar los codos y las rodillas o sacar brillo a su espalda de metal. Jugar a ser robot era divertido, pero imaginar que por eso era un cabeza hueca que sólo repetía lo que le decían no le hacía gracia.

«¿Es verdad que somos como robots que sólo repetimos lo que usted nos enseña? ¿Por qué nunca podemos conversar sobre todo lo que nos dice?» Preguntó Ángel a su sorprendida maestra al día siguiente. «Ustedes son mejores que un robot» le dijo su profesora algo incómoda. «Pero tienen que repetir lo que les digo porque están acá para aprender, no para conversar», agregó con solemnidad. Ángel seguía sin entender. «Los robots de hoy en día pueden pensar y hasta saben decidir» le dijo. «¿Por qué nosotros no podemos?».

Ángel y el Proyecto Educativo Nacional