2 Déjame que te cuente

VERSIÓN NARRATIVA DEL PROYECTO EDUCATIVO NACIONAL: HISTORIAS DEL SENTIDO COMÚN

setiembre 19, 2006

Los condenados


Foto CNE

A sus ocho años, Blanca empezaba a entender mejor el castellano, aunque Tito, su profesor, la criticaba porque hablaba poco y mal. Para Tito, tanto ella como su hermano Tomás eran dos candidatos fijos a repetir de año. Todo lo que yo enseño les entra a ustedes por un oído y les sale por el otro, les repetía siempre. De una comunidad tan pobre, pensaba, es imposible que los hijos salgan inteligentes.

El domingo fue un día agotador, pues Blanca y Tomás acompañaron al padre en día de pesca para la venta de mediodía en el mercado de Belén. Tomás sabía fabricar lanzas y flechas, con las que ayudaba a pescar al papá. Blanca no pescó, pero sí ayudó a su mamá a vender masato a los compradores sedientos, guardando como de costumbre las monedas en una cajita de cartón y los billetes en una bolsita de tela que colgaba de su cuello. La niña entregaba siempre a su mamá las cuentas claras. Tenía una mente organizada.

Al regreso de la feria, mientras su mamá atendía a su hermanito menor, Blanca recolectó leña, cocinó un delicioso pescado y sancochó yuca para todos. Estaba siempre atenta a las necesidades de los demás. Dedicó la tarde a pintar tatuajes de colores en el cuerpo de su hermano, a tejer un pequeño manto y hacer collares con diferentes semillas. Sus manos, tan sincronizadas con sus ojos, podían producir cosas maravillosas.

El último lunes de mayo Blanca subió a su canoa, como todos los días, junto a su hermano Tomás, quien remó una hora por el río cuesta abajo hasta llegar a la señal que indicaba la senda que conducía a la escuela. El profesor ya estaba allí. Pero esta vez, ni a Blanca ni a Tomás les permitieron sentarse con sus compañeros de grado. De ahora en adelante, ustedes dos y estos otros cinco niños van a sentarse acá, en este lado, les dijo, con ustedes no tengo ya nada que hacer, los voy a hacer repetir.

Blanca, Tomás y el Proyecto Educativo Nacional